Bienvenid@ a este espacio de reflexión sobre la crianza de los hij@s.

miércoles, 25 de junio de 2014

Esto es mio

Los bebés quieren experimentar todo el día y para ello necesitan tocar, coger y meterse en la boca TODO aquello que vean y en especial los objetos que tenemos los padres o aquellos que suponen un interés particular ya sea por lo novedoso o por "lo prohibido".
Sabiendo esto y llegado el momento en el que el bebé empieza a ser más independiente con sus movimientos los padres nos debatimos en la tesitura de o bien estar diciendo NO continuamente  cada intento del pequeño por conseguir su objetivo deseado ( siempre que consideremos ese objeto no adecuado para él ) o reordenar el hogar familiar de forma tal que no haya objetos "no adecuados" a su alcance.
En ambos casos intentamos proteger al bebé o niño/a de posibles riesgos así como proteger el objeto en cuestión.
Y toda esta dinámica que tan aprendida e interiorizada tenía se ha desmoronado cuando llegó mi hijo y me ofreció sus juguetes para que los mordiera yo también, con su sonrisa alegre, para que jugásemos juntos, para que disfrutáramos los dos.
Y es entonces cuando me planteo, qué le estoy enseñando a mi hijo cuando no comparto mis cosas con él, cuando le doy más valor a un objeto que a su afán de descubrimiento y a su felicidad.
Hoy sin ir mas lejos, cansada de que cogiera el teléfono fijo y acabara tirándolo, lo puse en una mesa a cuya altura no llegaba y entonces vi su cara decepción, ya no podía cogerlo. Ni que decir que lo volví a colocar en su lugar anterior. Porque un objeto no puede ser más importante que la felicidad de mi hijo, aunque sólo sea un instante de felicidad.
Aunque evidentemente esto no significa que todo valga por no frustrarlo, sólo que me cuestiono lo verdaderamente importante.
En este sentido, me sucede lo mismo con la comida. Él me ofrece todo y yo estoy aprendiendo a pensar más allá de mi ego gracias a él. Cierto es que hay comidas que bien por lo dulce o condimentada aún no es adecuada para él, aunque eso no lo entienda. Lo que si ve es que yo la como y él quiere también así que en poca cantidad pero le doy.
Por otro lado si pienso en estas ideas asociadas a la infancia de "hay que  a compartir" y "los niños son esponjas, aprenden por imitación" sólo se me ocurre una contracción en el mensaje. Ya que por un lado queremos que nuestros hijos compartan y por otro nosotros no lo hacemos. Si aprenden por imitación y queremos que nuestros hijos compartan, tendríamos que ser nosotros los primeros que compartamos en nuestra vida y en especial con nuestros hijos/as. Lo que carece de sentido es que tengamos un no por bandera y que cuando vayamos con nuestros hijos/as al parque le digamos que tienen que compartir sus juguetes con los otros niños/as. 

2 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo con todo, aunque como te habras dado cuenta una cosa es la teoria ( sin hijo) y otra muy diferente la practica ( ya con tu hijo).

    ResponderEliminar
  2. Como para no darme cuenta. Mi gordi me lo recuerda cada día y a veces resulta estresante pero cuando me detengo y le observo me doy cuenta de lo mucho que me necesita y de lo emocionante que es para él experimentar y descubrir el mundo. Así que juntos aprendemos

    ResponderEliminar

Gracias por compartir,
Manuela