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jueves, 12 de junio de 2014

La palabra cuidado y los miedos inculcados

Cuando tenemos un bebé queremos protegerlo de todo posible peligro y sin darnos cuenta el bebé va creciendo, va explorando el medio que le rodea, al principio de forma más visual, luego más activa (con la boca, las manos, el gateo,...) y es entonces cuando aperecen nuestros miedos e incoscientemente la palabra cuidado surge a cada instante, haciendo que el niño/a se detenga antes de dar el siguiente paso. Puede que siga a delante con su objetivo, a pesar de todo o puede que no, que se detenga y cambie de dirección. Pero en ambos casos la palabra cuidado permanece como una señal de alerta que se graba en la mente.
Es obvio que hay que proteger a nuestros/as hijos/as. El problema surge cuando no analizamos si el riesgo es real o infundado, así como el el nivel del mismo.  Analizándolo bien, no siempre la palabra "cuidado" equivale a riesgo alguno. Cuidado que te manchas, cuidado que te mojas, cuidado que se cae ( algún objeto que no se va a romper o su comida), serían algunos ejemplos.
¿ No seria mejor  acompañarlos en el proceso de superacións personal animándoles a avanzar en el logro de sus metas?
¿ No sería esa la mejor forma de cimentar una buena autoestima y valoración personal?
Pero a veces, estamos cansados/as sentados/as en el parque charlando o haciendo algo en casa mientras ellos/as juegan, en ese contexto un "cuidado" en la distancia facilita las cosas.
¿Qué papel juega la libertad en este proceso de exploración personal si a cada instante hay una llamada de atención por parte del adulto? Esto sin contar los "no" que decimos al día.
¿ Acaso no es el error de la experimentación una buena oportunidad de asimilar un aprendizaje por uno mismo?

2 comentarios:

Gracias por compartir,
Manuela