Bienvenid@ a este espacio de reflexión sobre la crianza de los hij@s.

miércoles, 20 de agosto de 2014

En mis brazos

Desde antes de nacer tenía claro que si algo jamás te iba a faltar, te iba a negar eran mis brazos. Quería abrazarte, sentirte en mi pecho, acariciarte, mirarte, besarte, darte mi calor y arroparte con mi cuerpo.
Quizás habría cosas que no te pudiera dar pero cariño y amor serían ilimitados.
Cuando por fin el sueño de tenerte se convirtió en realidad, tuve la certeza que llevarte en mis brazos era y es maravilloso.
Y entonces llegaron los comentarios ajenos, los "no lo cojas tanto que se va a mal acostumbrar", los" te vas a dañar la espalda", los "duermelo en el carro o en la cuna que tiene que aprender sólito
Y sí es cierto que mi espalda se resentía, que mi hijo crecía por días y pesaba cada vez más, que a veces resultaba agotador e incluso estresante por momentos, dormirle o cargarlo el día entero, pero sin duda era y es mayor la recompensa de su mirada, de su tranquilidad, de ver lo que refleja sus sueños a través de sus expresiones, de su calidez, de sus caricias. Me encanta saber que tiene la posibilidad de su teta a libre demanda, que se siente acompañado, arropado, cuidado y querido a cada momento.
Y aunque a veces he deseado poderlo dormir con menos esfuerzo, cada vez valoro y disfruto más estos momentos. Sé que el tiempo vuela y que llegará el día que ya no demande brazos, puede que llegue el día que incluso los rechace, cuando sea adulto será un abrazo de iguales y probablemente con los años sea yo la busque y necesite sus brazos. Por ello hoy bebo cada instante a mi vera como el mayor regalo y placer que nos podemos dar.
En mis momentos de búsqueda personal me encontré con otra forma de entender y enfocar la crianza de los hijos/as.  Esta maternidad desde el corazón, que se guía por el instinto, pro lactancia materna, que abraza, empatiza, escucha, portea y colecha con los más pequeños; me dio la seguridad para creer y confiar en mí misma y en el amor como bandera de nuestras vidas. De esta forma aprendí que los bebés necesitan más besos que comida, más brazos que juguetes, más compañía que soledad, que durante los nueve primeros meses de vida su hogar son los brazos de mamá porque aún no están totalmente desarrollados.
Acostumbrada a escuchar que los brazos malcrían y que llorar es bueno, cuando leí el símil de los bebes con las parejas supe que mi corazón estaba en lo cierto. Si el que llorara porque se siente sólo, triste, tiene miedo o simplemente te necesitara fuera tu pareja, madre o amiga, seguramente acudirías al instante para consolarla, abrazarle y mostrarle tu apoyo. ¿Porqué cuesta tanto darle amor, brazos y mimos a los hijos/as cuando nos necesitan? ¿Quizás es la sociedad la que nos vende ese cuento para que eludamos los llantos y poder así tener la mujer tiempo para el trabajo dentro y fuera del hogar? ¿ Qué supone responder con amor y respeto a las necesidades del bebé? Supone tiempo, dedicación, apoyo y sostén y eso significa ampliación de la baja maternal hasta el año de vida del niño/a, ayudas económicas por hijo/a, conciliación real de la vida familiar y profesional y una red de apoyo a las madres tanto a nivel profesional como familiar, por lo menos. Efectivamente que este cambio requiere una inversión económica que política y socialmente no interesa pero supone sobretodo un cambio de mentalidad hacia una crianza en la que los niños/as y sus derechos son los protagonistas.
Así que Nicolás, vida mía, aún nos quedan muchos mimos en mi regazo, muchos sueños acompañados hasta que a ti te apetezca.
" y un largo etcétera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por compartir,
Manuela